Los ensayos preliminares exitosos han acelerado la posibilidad de la comercialización masiva de bioimpresión 3D y cultivo de tejidos, y su introducción podría salvar miles de vidas al año.
El mes pasado incluimos la biotecnología en nuestra lista de tecnologías futuristas de la próxima década (esta página), pero parece que la introducción de la bioimpresión 3D puede llegar mucho antes de lo esperado.
Para aquellos que no estén familiarizados con la biotecnología, se trata principalmente de bioimpresión: el desarrollo de órganos artificiales en pleno funcionamiento y el cultivo de tejido humano en condiciones de laboratorio; dos procesos que, una vez perfeccionados, podrían marcar el comienzo de un nuevo amanecer para las cirugías regenerativas y cardiotorácicas.
Varios profesionales médicos expresaron inicialmente preocupación sobre la "acomodación humana" de los órganos artificiales, afirmando que es bastante arduo conseguir que un cuerpo acepte otro corazón humano sin incitar una respuesta defensiva del sistema inmunológico, y mucho menos objetos completamente extraños.
Pero a pesar de las reservas, los trámites burocráticos que bloquean el camino a la autorización gubernamental se ven constantemente desgastados por los rotundos éxitos de numerosos juicios en las últimas semanas.
Este mes, un equipo de investigadores de una diáspora de universidades estadounidenses colaboró con estimados bioingenieros. Jordan Miller y Kelly Stevens - y la firma de diseño Nervous System - para perfeccionar un modelo de saco de aire que imita la función de los pulmones humanos, entregando oxígeno a los vasos sanguíneos circundantes, creando redes vasculares idénticas a nuestros conductos internos.
Un equipo de investigación liderado por Zhengchu Tan en el Imperial College de Londres han avanzado sus técnicas para la impresión criogénica de 'hidrogeles súper suaves'. Suena horrible, pero un hidrogel súper blando es esencialmente un material que tiene la misma consistencia "suave" que los órganos, como el cerebro o los pulmones.
Tan descubrió que el proceso de congelación criogénica (profunda) permitió que el tejido se imprimiera capa por capa en intrincadas formas tridimensionales, lo que significa que podríamos parchear pequeñas áreas defectuosas de órganos humanos con material completamente nuevo. Estas impresiones actuarían como un "andamio" sobre el que se estimularía el crecimiento de las células sanas.