Los científicos han descubierto una forma de transformar las botellas de plástico en vainillina, el compuesto que le da a la vainilla su aroma y sabor. ¿Es una solución innovadora a la contaminación plástica o simplemente un experimento que acapara los titulares?
Estoy seguro que has escuchado sobre mucho de técnicas de reciclaje innovadoras, desde exhibiciones de arte de buen gusto al papel estrafalario Botellas de coca cola.
Sin embargo, uno del que probablemente no haya oído hablar es un proceso recientemente desarrollado que puede convertir el plástico viejo en productos químicos que se utilizan para dar sabor al helado y perfumar el perfume. ¿Un Cornetto hecho con tu botella de agua Buxton desechada? Inscríbete.
Utilizando la bacteria E. coli modificada, los científicos de la Universidad de Edimburgo han convertido el ácido tereftálico, un monómero de plástico, en vainillina. Este es el compuesto que le da a la vainilla su olor y sabor únicos.
Este avance innovador es una nueva forma de 'reciclaje', donde se utilizan métodos químicos y biosintéticos para reutilizar los residuos plásticos nocivos, convirtiéndolos en materiales útiles.
¿Deberíamos reevaluar cómo vemos el plástico?
Dado que es poco probable que la crisis mundial del plástico se desacelere en los próximos años, ¿deberíamos reconsiderar lo que es 'desperdicio' y repensar nuestra idea del plástico como material?
Uno de los investigadores del estudio, Stephen Wallace, parece pensar que sí. "Nuestro trabajo desafía la percepción de que el plástico es un desperdicio problemático y, en cambio, demuestra su uso como un nuevo recurso de carbono a partir del cual se pueden fabricar productos de alto valor".
Esta es una declaración audaz, que reformula la narrativa dominante en torno a los residuos plásticos, lo que sugiere que su exceso podría funcionar para contrarrestar la escasez de otras materias primas.
La demanda mundial de vainillina está creciendo rápidamente, y se espera que el valor de mercado de la vainilla aumente de 510 millones de dólares en 2018 a 735 millones de dólares en 2026.
Esto, junto con la escasez global de vainas de vainilla naturales que se encuentran predominantemente en Madagascar, sugiere que los investigadores de Edimburgo podrían encontrar una solución ganadora y necesaria.
Para un estudio que se publicó hace solo unas semanas, los signos parecen positivos. El proceso no produce residuos peligrosos, se puede completar a 37 grados (la misma temperatura a la que se elabora la cerveza) y requiere materiales limitados.
Si bien se requiere más información para determinar si se puede reproducir a gran escala, las corporaciones de todo el mundo sin duda seguirán atentamente los desarrollos futuros.