El pueblo de Ladakh, una región remota y ecológicamente frágil de la India, ha estado saliendo a las calles para protestar contra las políticas del gobierno central, que creen que amenazan su identidad tribal y el delicado equilibrio de su medio ambiente.
A medida que las demandas de la región de mayor autonomía y protecciones constitucionales siguen sin satisfacerse, el enfrentamiento entre los lugareños y las autoridades amenaza con intensificarse.
Perder representación política y enfrentar preocupaciones ambientales
En 2019, la decisión del gobierno indio de separar Ladakh del antiguo estado de Jammu y Cachemira y designarlo como territorio administrado federalmente ha generado preocupación entre los residentes de la región.
Temen que la medida haya provocado una pérdida de representación política y una menor participación en los proyectos de desarrollo. Los organismos autónomos locales, los Consejos Autónomos de Desarrollo de las Colinas de Ladakh, han sido despojados de gran parte de sus poderes, dejando a la gente sintiéndose cada vez más marginada.
Además, el frágil ecosistema de la región está amenazado por los planes del gobierno para impulsar el turismo, explotar los recursos naturales y construir infraestructura militar. Los lugareños están alarmados por el impacto potencial en sus limitados recursos hídricos, glaciares y pastizales, que son cruciales para su forma de vida. La afluencia de turistas, que a veces supera en número a la población local, también supone una carga adicional para el medio ambiente.
La gente de Ladakh está particularmente preocupada por los posibles cambios demográficos y la explotación de recursos por parte de forasteros. Antes de la revocación de la semiautonomía de Cachemira, a los extranjeros se les impedía comprar tierras y establecerse en la región.
Sin embargo, con las nuevas leyes aprobadas por la administración federal, existe un creciente temor a un cambio en la demografía de la región y la pérdida de su identidad tribal.
Activistas como Sonam Wangchuk han estado al frente de las protestas, exigiendo que a Ladakh se le conceda la condición de estado y estatus tribal según el Sexto Anexo de la Constitución india. Esto permitiría a la región tener más voz en las decisiones relacionadas con la tierra, los bosques, el agua y la minería, algo crucial para una región donde el 97% de la población es tribal.
Represión gubernamental y represión de protestas pacíficas
Cuando el pueblo de Ladakh salió a las calles para exigir la condición de Estado, un estatus tribal y una mayor autonomía, el gobierno respondió con una ofensiva. Las autoridades impusieron órdenes prohibitivas, restringieron el acceso a Internet y detuvieron a los partidarios de las protestas, citando la amenaza de "violación de la paz y la tranquilidad pública".
La mano dura del gobierno ha sido lamentada por los manifestantes, que insisten en que sus manifestaciones han sido pacíficas. El activista Sonam Wangchuk acusó a las autoridades de convertir Leh en una "zona de guerra" con un uso desproporcionado de la fuerza, incluido el despliegue de gases lacrimógenos y granadas de humo.
Las acciones del gobierno han alimentado aún más la ira y la frustración del pueblo ladakhi, que siente que sus demandas legítimas están siendo reprimidas. Incluso los líderes locales del gobernante Partido Bharatiya Janata (BJP) han expresado su apoyo a los manifestantes, reconociendo la necesidad de salvaguardias constitucionales para proteger la identidad y los intereses de la región.