En una medida innovadora, Bangladesh ha abierto su primera mezquita específicamente para la comunidad hijra o transgénero, ofreciendo un santuario donde pueden practicar su fe sin temor a ser discriminados.
La Dakshin Char Kalibari Masjid, ubicada en la ciudad norteña de Mymensingh, es un testimonio de la resiliencia y determinación de la comunidad hijra.
Financiada a través de donaciones comunitarias y construida en un terreno proporcionado por el gobierno, la mezquita de una sola habitación con techo de hojalata es humilde a la vista pero representa un hito importante en la lucha por la igualdad de derechos y la aceptación en la India.
"A partir de ahora, nadie podrá impedir que una hijra ore en nuestra mezquita", afirmó Joyita Tonu, líder comunitaria, con un sentimiento de orgullo y alivio. La creación de este espacio seguro se produce después de que los fieles hijra fueran expulsados previamente de la mezquita de la comunidad local, enfrentando la dolorosa realidad de ser excluidos de los lugares de culto.
El imán de la mezquita, Abdul Motaleb, de 65 años, se hizo eco de este sentimiento y afirmó: "Son como cualquier otro pueblo creado por Alá". Todos somos seres humanos. Quizás algunos sean hombres, otros mujeres, pero todos son humanos. Alá reveló el Sagrado Corán para todos, por lo que todos tienen derecho a orar.'
Desafiando las barreras sociales
El reconocimiento por parte de Bangladesh de la comunidad hijra como un “tercer género” en 2013 fue un importante paso adelante, pero el camino hacia la verdadera igualdad sigue siendo arduo.
Los hijras todavía se enfrentan a una discriminación generalizada y carecen de derechos básicos como la propiedad y el matrimonio. También luchan por encontrar empleo, y los más desesperados de la comunidad han recurrido a la mendicidad o al trabajo sexual para llegar a fin de mes.
'La gente nos decía: “¿Por qué hay gente hijra aquí en las mezquitas? Deberías orar en casa. No vengas a las mezquitas'”, compartió Sonia, una fiel de 42 años en la nueva mezquita. 'Esta es nuestra mezquita. Ahora nadie puede decir que no.'
El establecimiento de este espacio inclusivo desafía las rígidas normas sociales y los prejuicios que durante mucho tiempo han marginado a la comunidad hijra. Sirve como un faro de esperanza, no sólo para las personas que ahora pueden practicar libremente su fe, sino también para el cambio social más amplio hacia la aceptación y la comprensión.