A medida que más marcas adoptan prácticas sostenibles a favor de las que dañan el medio ambiente, la industria de la belleza parece estar a punto de renunciar al lavado verde, una táctica que continúa obstaculizando el progreso en nuestra lucha contra la crisis climática.
Esta semana, la diseñadora y campeona de sustentabilidad Stella McCartney, quien durante las últimas dos décadas ha construido su reputación como pionera de la moda consciente a través de la utilización de telas como seda de araña cultivada en laboratorio y mylo – presentó su nueva marca de cuidado de la piel vegana y libre de crueldad.
En medio del implacable lavado verde de la industria de la belleza y el flujo interminable de productos respaldados por celebridades, la noticia hizo poco para llamar mi atención.
Eso fue hasta que me enteré de que la línea, acertadamente titulada Stella por Stella McCartney, había tardado años en desarrollarse meticulosamente para garantizar que se mantuviera fiel al espíritu de McCartney de usar "solo lo esencial".
Lo último que necesita el mundo es otra irreflexiva marca de belleza autoproclamada "limpia" que contribuirá aún más a la crisis climática.
"Cuando comencé este proyecto, sabía que se necesitaba un cambio en la industria", dijo. Aturdido en una entrevista. 'El factor clave es que cuando se trata de sostenibilidad no existe una solución mágica.'
'Al producir, debe sopesar sus opciones en cada paso del proceso para minimizar su impacto en el planeta. Por eso, en cada etapa me he desafiado a mí mismo a tomar las decisiones más responsables posibles.'
La gama, que es intrínsecamente mínima y consta solo de un limpiador, suero y humectante, prioriza la longevidad sobre los resultados a corto plazo.
Y, evitando defender las falsas promesas de devoción ambiental por las que otras compañías son reconocidas, todo es rellenable, los empaques se reciclan, los ingredientes son de origen 99 % natural (cualquiera que pueda tener un impacto negativo en el planeta ha sido prohibido) y los consumidores enviar sus compras en lugar de volarlas para reducir la huella de carbono de la marca.
Credenciales todas que la propia McCartney se ha esforzado por garantizar, parte de su negativa a evitar entrar en el mercado con la única intención de forjar una imagen ecológicamente responsable entre el público.