Existe una demanda creciente de trabajo doméstico remunerado y un llamado a reconocer el impacto económico de un aspecto de la vida cotidiana que a menudo se pasa por alto.
Se dedican 16.4 millones de horas al día a realizar trabajos de cuidados no remunerados, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, que se basa en dos tercios de la población mundial en edad de trabajar.
Esta estadística puede entenderse como 2 mil millones de personas que trabajan 8 horas al día sin remuneración.
De hecho, si estos servicios se monetizaran, contribuirían al 9% del PIB mundial o 11 billones de dólares (paridad de poder adquisitivo en 2011).
¿Cuál es la historia económica del trabajo doméstico?
Si bien la economía del trabajo de cuidados no remunerado ha permanecido en gran medida invisible durante cientos de años, la demanda de su reconocimiento ha aumentado. raíces en el siglo XIX, cuando tuvo lugar la primera ola de movimientos por los derechos de las mujeres en Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa.
El principal problema en aquella época, que todavía prevalece hoy en día, era que la carga del trabajo doméstico restringía por completo a las mujeres al hogar. También existía el problema del "segundo turno", según el cual las mujeres trabajadoras tenían que gestionar tanto el trabajo dentro como fuera del hogar.
En el movimiento de la segunda ola, la atención no se centró tanto en las restricciones o cargas que conllevaba el trabajo doméstico, sino en el hecho de que no era remunerado y, por lo tanto, se convertía en un arma como herramienta de opresión.
Como sostiene Silvia Federici en Salarios contra las tareas del hogar, el elemento no remunerado que es intrínseco al trabajo doméstico es un "arma poderosa" para reforzar la noción de que ese trabajo no es un "trabajo real".
Esto impide que las mujeres protesten contra las tareas domésticas a escala política o pública, sino que, estereotipadamente, sólo se realizan en las cocinas domésticas o en el marco de disputas personales con su pareja. La asociación cultural del trabajo doméstico se vuelve emocional y doméstica, en lugar de ser una cuestión social más amplia.
Thred habló con la Dra. Roshan Ara, profesora adjunta del Centro de Estudios e Investigación de la Mujer de la Universidad de Cachemira. Destaca los principales argumentos que se plantean en el movimiento por el salario del trabajo doméstico.
'Este [trabajo de cuidados] es el pilar de la economía... si las amas de casa no trabajan por un día, el mundo entero se estancará... habrá confusión y caos... ¿Quién está preparando este recurso humano? Es la madre. Por lo tanto, creo que toda esta economía, total y exclusivamente, está siendo sostenida por mujeres”, afirma la Dra. Ara.
De manera similar, un cierto sector de feministas marxistas ve el trabajo doméstico de las mujeres como parte del proceso de reproducción social, mediante el cual las amas de casa esencialmente permiten a los hombres realizar su trabajo.