Los adolescentes prestan más atención a Andrew Tate que a los líderes políticos

Lo que encontró HOPE not hate fue que los niños de entre 16 y 17 años sabían más sobre el influencer de las redes sociales Andrew Tate que sobre Rishi Sunak, el primer ministro del Reino Unido.

Una mirada más cercana a algunos de los detalles más intrincados pinta una imagen extraña del abrumador poder que tienen las redes sociales para influir en las opiniones de los jóvenes.

Al menos el 82 por ciento de las niñas entre las edades de 16 y 17 años informaron tener opiniones negativas sobre Tate. Solo el 26 por ciento de los niños que participaron sintieron lo mismo.

Aún más preocupante es que el 45 por ciento de los adolescentes admitieron tener opiniones positivas sobre Andrew Tate. Es probable que esto se deba al estilo de vida lujoso y la personalidad egoísta que presenta en línea, lo que puede percibirse como confianza en sí mismo y éxito ganado a los ojos de los hombres jóvenes.

Darse cuenta de que los jóvenes saben tanto sobre los llamados influencers pero tan poco sobre las personas que dirigen el país es una píldora difícil de tragar.

Dicho esto, Rishi Sunak tiene adoptado un enfoque de liderazgo mucho más discreto, lo que podría ser la razón por la cual los jóvenes no están prestando atención.

A diferencia de sus predecesores, que eran ruidosos y estaban orgullosos de sus decisiones políticas sin importar cuán malas resultaran ser, Rishi ha volado un poco por debajo del radar al hacer algunos movimientos cuestionables relacionados con derechos trans y educación.

Aún así, los datos presentados por HOPE not hate dejan en claro que las narrativas culturales en línea tienen más poder para influir y atraer la atención de los adolescentes que aquellos en posiciones de liderazgo político.

Esto es problemático, especialmente cuando personas como Andrew Tate pueden cargar fácilmente contenido que promueve narrativas que amenazan la igualdad y los derechos humanos.

A raíz de estos nuevos datos, HOPE not hate reforzará su labor de protección de las comunidades más susceptibles a la radicalización que, evidentemente, es cualquier joven con acceso a Wi-Fi.