Desde el principio, los organizadores del próximo evento comprometido a reducir su impacto ambiental minimizando el número de nuevas construcciones que genera. En París, el 95 por ciento de las sedes utilizadas para los Juegos de Verano de 2024 ya existen o se instalarán temporalmente.
En uno de los últimos desarrollos, los organizadores han anunciado que un total de 11,000 espectadores en dos estadios, Arena en Porte de la Chapelle en París y el centro acuático olímpico en Saint-Denis, estarán sentados en sillas de plástico reciclado.
Sin embargo, esta decisión nació de la necesidad, no de una decisión totalmente consciente de reducir el uso de plásticos vírgenes durante el evento.
Según los proveedores locales, los fabricantes franceses locales experimentaban escasez de materiales plásticos vírgenes. Dado que la demanda de plásticos vírgenes dejó de desaparecer, las empresas se vieron obligadas a recurrir a los desechos reciclados o a dejar de producir productos a base de plástico por completo.
Así es como los organizadores de los Juegos Olímpicos comenzaron a trabajar con la empresa de soluciones ecológicas Lemon Tri, con sede en París, y la empresa local de construcción ecológica Le Pavé. Las dos empresas colaboraron en una idea para obtener desechos plásticos de varios contenedores de reciclaje en la ciudad.
Para dar vida al proyecto, recolectaron más de 100 toneladas de plástico reciclado de las escuelas locales y los contenedores de la calle en el área llamada Seine-Saint-Denis. Luego, los desechos fueron procesados y reconstruidos en instalaciones en el mismo vecindario por Lemon Tri y Le Pavé.
Usando maquinaria, las botellas de un solo uso y otros tipos de desechos plásticos se trituraron en pequeños gránulos de plástico.
El siguiente paso consistió en mezclar las virutas multicolores antes de calentarlas, para lograr una distribución uniforme de los colores. La sustancia cálida y maleable podría luego comprimirse en láminas de plástico y dejarse enfriar.
El producto final da como resultado grandes láminas de plástico blancas o negras moteadas de varios colores. Luego, estas láminas se lijan y se envían a otra empresa local para que les dé forma y las ensamble.
¡Y voilá! De este proyecto local se fabrican 11,000 sillas olímpicas.
“Cuando les decimos a los niños que vengan y tiren sus botellas a la basura, mañana estarán en los asientos de la piscina olímpica, crea conciencia sobre la importancia de reciclar los desechos”, dijo el cofundador de Lemon Tri, Augustin. Jaclin.
No hay duda de que este sistema es una gran iniciativa y una lección de sostenibilidad, del tipo que los niños pequeños franceses recordarán en los años venideros. Pero es muy revelador que recurrir a materiales reciclados no haya sido la primera opción de los organizadores de los Juegos Olímpicos.
A medida que avanzamos en un año en el que los efectos del cambio climático nunca han sido más evidentes, será interesante ver cómo se clasifica el impacto ambiental de los Juegos del próximo verano en el índice de sostenibilidad general.
Mantendremos nuestros ojos en la bola para más actualizaciones que seguramente vendrán.