Los activistas creen que los límites impuestos por el gobierno a la cantidad de delfines de flanco blanco que se permite sacrificar en Grindadráp no serán suficientes para salvaguardar las manadas locales.
Las actitudes globales hacia la caza de ballenas han cambiado enormemente en las últimas décadas, con la mayoría de los líderes políticos y ciudadanos creyendo que los cetáceos deben estar protegidos por las leyes internacionales de conservación.
A pesar de esto, el Revista mundial de población informa que tres países continúan cazando ballenas con fines de lucro: Japón, Noruega e Islandia. Estos países son regularmente escudriñado por sus prácticas, pero convencerlos de que dejen de hacerlo tiene probado difícil.
El mas notorio no-evento de caza comercial de ballenas ocurre en el Islas Faroe, un territorio danés independiente. La tradición anual nombrada grindadráp o 'moler' en inglés, tiene alrededor de 400 años y consiste en arrear delfines y ballenas a bahías poco profundas donde se encuentran con cazadores equipados con cuchillos en la costa.
Luego, la carne se distribuye entre la comunidad para su consumo durante el duro invierno que se avecina. Esto se consideró una preparación crucial en tiempos en que el comercio internacional aún no estaba en auge y la comida era difícil de conseguir.
Pero los tiempos han cambiado. El año pasado un número récord de delfines - 1,4000 sesiones – fueron asesinados en Grindadráp, lo que provocó la protesta mundial de activistas y ciudadanos por igual.
Ahora, el gobierno de las Islas Feroe ha anunciado que el número de muertes debe limitarse a solo 500 delfines de flanco blanco al año.