Casi todos los jóvenes solo han conocido a Paul Biya.
Biya, que cumplirá 90 años a principios del próximo año, se ha enfrentado a críticas generalizadas de los ciudadanos cameruneses por su gobierno autoritario y la corrupción que ha debilitado el sistema político, social y económico del país que afecta a su gobierno.
Desde el verano, no se ha visto a Biya en público y los informes locales indican que podría deberse a problemas de salud.
A pesar de los llamados de la oposición y los activistas a la reforma política y una mayor democracia, el presidente se ha mantenido atrincherado, utilizando las fuerzas de seguridad y otros instrumentos del poder estatal para reprimir a la oposición y mantener su control.
Biya sobrevivió al primer intento de golpe de estado del país en 1984 y ha gobernado con mano de hierro desde entonces.
Se le acusa de designar a sus miembros del grupo étnico beti del sur, que ha crecido rápidamente hasta dominar los altos cargos gubernamentales y la oficina del primer ministro. La Generación Z de Camerún se ha visto particularmente afectada por una situación política liderada por élites más antiguas.
Muchos jóvenes han crecido en un entorno en el que se suprime la oposición política y la libertad de expresión está muy restringida.
Como resultado, no han podido expresar libremente sus opiniones ni participar en el discurso político. En los últimos años, los jóvenes han comenzado a exigir cambios a través del activismo en línea y las protestas callejeras.
Si bien estas protestas se han enfrentado a una feroz represión por parte del gobierno, también han despertado un renovado sentido de esperanza y determinación.
Con los desafíos que enfrentan, los jóvenes cameruneses se muestran escépticos ante las promesas de un mañana mejor a través de programas de empleo y empoderamiento.
Gen Z ha estado pidiendo una nueva generación de líderes que responda mejor a las necesidades y preocupaciones de la gente. Un Camerún más democrático y próspero mejorará los derechos humanos y jugará un papel crucial en la configuración de la dirección del país para la generación futura.
A pesar de que el país tiene una economía diversa, con industrias que van desde la agricultura hasta la producción de petróleo y gas, la corrupción y la mala gestión han obstaculizado el desarrollo y dejado a muchos ciudadanos en la pobreza.
Un movimiento separatista en las regiones de habla inglesa del país ha provocado enfrentamientos violentos con las fuerzas gubernamentales, y el grupo terrorista Boko Haram ha llevado a cabo ataques en la frontera norte de Nigeria.
Estos desafíos no han mostrado signos de que Biya renuncie al poder e incluso fue elegido para otro mandato de siete años como presidente en las elecciones de 2018.
Biya ha sido acusada de abusos contra los derechos humanos, incluidas torturas y detenciones arbitrarias. Los críticos también han señalado la falta de libertad política, ya que los partidos de oposición a menudo quedan excluidos del proceso político.