Si bien la reforestación se considera la clave para secuestrar dióxido de carbono, los hechos muestran que una ballena vale miles de árboles.
La mayor parte de las negociaciones en la conferencia COP26 de Glasgow giraron en torno a importantes paquetes financieros y la innovación tecnológica para reducir el dióxido de carbono en nuestra atmósfera, especialmente en el Día del Bosque.
Pero, ¿y si le dijéramos que ya tenemos a mano una solución eficaz y económica para secuestrar emisiones en este momento?
Regenerando 30% de la tierra y el mar del mundo se considera crucial para lograr los términos del Acuerdo de París para fines de la década, pero salvaguardar la vida silvestre del océano podría ser masivo
Hacer que los pastos marinos sean más poblados y ayudar a los corales vulnerables es una prioridad en la agenda, pero grupos de biólogos marinos creen que seguimos perdiendo un truco.
Irónicamente, pasa desapercibido en nuestras consideraciones el potencial de los animales más grandes de la Tierra: las ballenas.
Un gran aliado del clima
Las ballenas no solo son buenas para mantener bajo control las cadenas alimentarias marinas o para proporcionar a los turistas instantáneas eufóricas de Instagram en Quebec. Son grandes aliados para prevenir el cambio climático.
Si bien se dice que un árbol promedio absorbe alrededor de 48 libras de carbono al año, una gran ballena blanca secuestrará más de 30 toneladas de carbono durante su vida, todo lo cual quedará encerrado en reservas de aguas profundas una vez que finalmente muera.
Hay que decir que estos enormes mamíferos no son responsables de capturar carbono directamente, pero sí desencadenan una cadena de eventos crucial.
Cuando la naturaleza pide una ballena, regresa a la superficie y deja grandes cantidades de excrementos ricos en hierro y nitrógeno, como atestiguarán uno o dos desafortunados pescadores. Esto, a su vez, hace que los organismos microscópicos llamados fitoplancton crezcan y se multipliquen dentro de esa área.
Es simplemente lamentable, o más apropiadamente, negligente por parte de la humanidad, que la población general de ballenas se haya reducido de más de 5 millones a 1.3 millones de hoy, gracias a la pesca industrial y la caza.