Antes de albergar la cumbre climática más grande del mundo, la COP28, parece que la realeza de Dubai está intentando limpiar la imagen de los Emiratos Árabes Unidos como ricos en petróleo. Pero, ¿es el camino a seguir establecer sistemas de créditos de carbono en toda África?
El jeque Ahmed Dalmook Al Maktoum, un miembro destacado de la familia real de Dubai, tiene la misión de ayudar a las principales empresas y gobiernos nacionales a reducir su huella de carbono.
Si pensaba que esto significaba detener nuevos proyectos de combustibles fósiles en los Emiratos Árabes Unidos e invertir en proyectos globales de energía verde, bendita sea su dulce alma. En cambio, el jeque ha comenzado a conseguir enormes acuerdos de gestión forestal para su negocio de créditos de carbono. Carbono azul.
La empresa con sede en Dubai se lanzó el año pasado y, como muchas otras iniciativas similares, permite a las principales empresas y gobiernos comprar "créditos de carbono" para ayudarles a "compensar" sus emisiones anuales con el fin de acercarse a sus objetivos de sostenibilidad.
Funciona así: por cada crédito de carbono adquirido por una empresa o un gobierno, se destina una suma de dinero a proyectos que reducen o eliminan el CO2 de la atmósfera. Luego, el comprador puede utilizar estos créditos para restar una cantidad determinada de carbono de sus informes anuales de emisiones y afirmar que es más ecológico.
Pero los créditos de carbono son controvertidos y los críticos los consideran "instrumentos comercializables" que permiten a las empresas y gobiernos con altas emisiones compensar las emisiones de carbono sin tener que reducirlas.
En su último acuerdo, Blue Carbon obtuvo permiso para implementar proyectos de créditos de carbono e iniciativas ambientalmente conscientes en 7.5 millones de hectáreas de tierra en Zimbabwe.
El gobierno de Zimbabwe le ha otorgado a la compañía derechos exclusivos de desarrollo sobre esta vasta área de tierra y planea utilizarla para proyectos relacionados con la compensación de carbono, particularmente en las áreas de forestación y agricultura.
Antes de albergar la cumbre climática más grande del mundo, la COP28, esto podría parecer una gran medida de relaciones públicas. Pero cualquiera que haya profundizado un poco más en los créditos de carbono sabrá que esta estrategia puede no ser una solución milagrosa.