Por supuesto, todo eso está muy bien teóricamente, pero puede ser más difícil de hacer cumplir con seguridad en términos reales.
Vigilar un área tan grande de los océanos del planeta sería casi imposible, y es inevitable que algunas actividades de contaminación, pesca y otras continúen realizándose ilegalmente.
También causaría una perturbación significativa para los pueblos indígenas que dependen de los recursos terrestres y oceánicos para vivir y prosperar. Etiquetar grandes extensiones de tierra y mar como áreas protegidas podría desencadenar desalojos masivos y crear divisiones permanentes en comunidades de larga data.
En 2021, 49 organizaciones filantrópicas firmaron una carta abierta a los líderes de la iniciativa 30×30 y la ONU, advirtiendo que un plan mal implementado podría allanar el camino para el abuso de los derechos humanos y hacer eco de los legados coloniales del despojo indígena.
Recursos en siendo asignado a esta causa, sin embargo, con un respaldo financiero impresionante proveniente de algunas personas extremadamente ricas, incluido el propio Jeff Bezos.
En un comunicado un mes después de la publicación de esta carta abierta, Bezos fue rápido para estresar que los pueblos indígenas y las comunidades locales serán considerados a través de una 'nueva generación de programas', que 'se centran en los medios de vida [con] incentivos que ofrecen mejores caminos hacia la prosperidad'.
Junto con el ex director ejecutivo de Amazon, otros ocho donantes prometieron $ 5 mil millones como parte del 'Desafío de protección de nuestro planeta'. Si bien puede sonar como un desafío dudoso de YouTube, este proyecto está destinado a poner en marcha la iniciativa 30×30 y hacer que la pelota realmente ruede para proteger el planeta.
Todos los demás donantes han prometido una cooperación similar con las comunidades indígenas, aunque no será una tarea fácil de realizar a una escala tan grande. Estos patrocinadores incluyen Arcadia, Bloomberg Philanthropies, Nia Tero, Re:wild y Rob and Melani Walton Foundation, entre otros.
A pesar de estos desafíos y obstáculos, que son muy reales e inmediatos, la necesidad de la conservación de los océanos es innegable y apremiante.
Actualmente, más de 3 millones de personas dependen del océano para su sustento, y 2.4 millones de personas viven a lo largo de las costas marinas. Si las cosas continúan como están, los ecosistemas marinos dañados irreversiblemente destruirán la seguridad económica de una gran parte de la población mundial.
No son solo las personas, tampoco. Las emisiones pueden reducirse significativamente si mejoramos la salud de nuestros océanos.
Los lechos de pastos marinos, las marismas, los manglares y las redes alimentarias asociadas secuestran dióxido de carbono de la atmósfera hasta en cinco veces la de los bosques tropicales. Los árboles han estado acaparando todo el protagonismo, pero el mar también es vital para la reducción de emisiones.
Los científicos respaldan los números e insisten en que debemos tener el 30% de nuestros océanos altamente protegidos para 2030 a través de 'Áreas Marinas Protegidas'. El camino para llegar allí sigue siendo accidentado, ya que las comunidades locales e internacionales se enfrentan a cambios repentinos y perturbadores.