Los seres humanos y la vida silvestre local continúan luchando por la tierra en el Parque Nacional Dinder de Sudán, lo que contribuye a un problema complejo y generalizado con la conservación africana.
En la mayoría de las naciones africanas, la vida silvestre constituye un enorme porcentaje de la economía y aporta cantidades sustanciales de turismo.
En las últimas décadas, África como continente ha intensificado su protección de la vida silvestre y ahora está a la vanguardia de la conservación. Sin embargo, este mayor énfasis en el apoyo de los animales ha provocado más conflictos por la tierra entre los seres humanos y la vida silvestre en varios países africanos.
Según la Alianza para la Conservación, "conflicto humano con la vida silvestre" se refiere a situaciones problemáticas entre los animales salvajes y las personas. Las disputas surgen cuando los requisitos de vida silvestre se superponen con los nuestros, lo que genera altos costos tanto monetarios como ambientales.
Hemos desglosado algunos ejemplos de cómo esta superposición puede causar problemas en ambos lados y qué están haciendo los países para tratar de abordar el problema.
El Parque Nacional Dinder y la crisis actual
Un ejemplo importante de esta tensión humana y de la vida silvestre se encuentra en el Parque Nacional Dinder en Sudán.
El parque está conectado con el Parque Nacional Alatash de Etiopía y es el hogar de grandes felinos como leopardos y guepardos, con avistamientos de hienas y leones a menudo registrados a altas horas de la noche.
El parque fue declarado reserva protegida bajo el dominio anglo-egipcio en 1935 y tenía una población muy pequeña en ese momento.
A lo largo de los años esta población ha crecido macizamente. Ahora se necesita más tierra para cultivar y alimentar a los habitantes locales, lo que ha provocado que el parque se convierta en una invasión y hacinamiento. Las aldeas de los alrededores también necesitan tierras para practicar el pastoreo de ganado y han comenzado a trasladarse a áreas protegidas del parque en busca de pastos para su ganado.
Como resultado de todo este crecimiento, ahora es más difícil para las autoridades locales proteger la vida silvestre del área y al mismo tiempo ayudar a los ciudadanos que necesitan desesperadamente espacio para cultivar alimentos y alimentarse.
Los esfuerzos para reubicar a los aldeanos han resultado en gran medida ineficaces, ya que insisten en que es su tierra ancestral y se niegan a desarraigar.