La superficie del Océano Ártico se congela y se derrite en diversos grados a medida que avanzamos a través de las estaciones cada año. Pero durante las últimas cuatro décadas, el extremo norte se ha estado calentando cuatro veces más rápido que el promedio mundial, lo que le da al hielo de verano menos tiempo de supervivencia.
Durante el invierno, se puede esperar que la cantidad de hielo del Ártico alcance su punto máximo en marzo antes de que comience a disminuir durante los meses más cálidos del verano. Los niveles más bajos de hielo suelen estar presentes en septiembre.
El hielo que sobrevive hasta septiembre y hasta el próximo invierno se llama "hielo marino multianual". Este hielo es extremadamente valioso, ya que actúa como un amortiguador de enfriamiento que evita que la humedad y el calor se transfieran entre el océano y la atmósfera.
A medida que este hielo permanece durante los días más cálidos del verano, reduce drásticamente la cantidad de luz solar absorbida por el océano.
La pérdida de este hielo aceleraría el calentamiento global a través de un proceso conocido como retroalimentación positiva. Causaría que otras capas de hielo vitales, como la de Groenlandia, se derritieran a un ritmo más rápido.
El último estudio sobre el hielo del Ártico ha combinado modelos climáticos actuales con imágenes de satélite, que comenzaron a recopilarse por primera vez en 1979. Desde entonces, los niveles de hielo durante el mes de septiembre (o los niveles de hielo de varios años) han disminuido notablemente.
Según los hallazgos del investigador, la cantidad total de hielo marino de varios años se ha reducido de 7 millones de kilómetros cuadrados a 4 millones de kilómetros cuadrados. Esta cantidad de pérdida de hielo equivale aproximadamente a una masa de tierra del tamaño de la India.
Los científicos advierten que si vemos un septiembre completamente libre de hielo antes de 2030, permitirá temperaturas globales más cálidas en el norte, creando un rápido efecto dominó que tiene consecuencias para todos los ecosistemas globales, incluida la circulación atmosférica, los patrones de tormentas y actividad oceánica, mucho antes de lo que nadie anticipó.
Esto puede sonar aterrador, pero los científicos que comentan sobre la nueva investigación nos han ofrecido una dosis de verdad climática. Hablando con el New York Times, recuerdan a los lectores que ya hemos estado perdiendo hielo en el Ártico y siendo testigos de las consecuencias de eso durante muchos años.
Lo que está por venir será la realización de esos impactos en una escala mucho peor.