Senegal se encuentra en una crisis política mientras las tan esperadas elecciones presidenciales enfrentan aún más retrasos inesperados, provocando protestas generalizadas y generando dudas sobre la fortaleza democrática de la nación.
Las elecciones presidenciales, inicialmente previstas para el 25 de febrero de este mes, fueron pospuestas inesperadamente debido a circunstancias imprevistas, dejando a la nación en un estado de incertidumbre.
La decisión tomada por el presidente Macky Sall ha sido recibida con escepticismo y preocupación, ya que muchos creen que podría tener consecuencias de largo alcance para los principios democráticos de Senegal.
Senegal ha sido considerado durante mucho tiempo un faro de democracia en África occidental, con una historia de transiciones pacíficas de poder. El aplazamiento de las elecciones presidenciales amenaza con socavar esta reputación, generando dudas sobre el compromiso del gobierno con el proceso democrático.
Figuras de la oposición y diversas organizaciones políticas argumentan que el retraso erosiona la confianza pública y es un intento flagrante de manipular el proceso electoral y aferrarse al poder.
Tras el anuncio de Sall, la Asamblea Nacional reveló una nueva fecha, el 15 de diciembre, para la celebración de las elecciones. En el parlamento, los líderes de la oposición fueron expulsados por la fuerza del edificio cuando se volvió caótico y varios partidos han afirmado que el aplazamiento de las elecciones por parte de Sall es una estrategia para su permanencia en el cargo.
Mientras tanto, la respuesta del gobierno a las continuas protestas ha sido recibida con críticas por parte de organizaciones de derechos humanos, citando casos de brutalidad policial y supresión de la libertad de expresión. A medida que aumentan las tensiones, la situación sigue siendo volátil y la parte actuante se enfrenta a una presión cada vez mayor tanto a nivel nacional como internacional.