Irónicamente, en 2012, los científicos predijeron que la capa de hielo 'derretir en chorros', con pérdidas drásticas seguidas de períodos de estabilidad térmica.
Ahora, informan que las ventanas de recuperación para las regiones heladas se están reduciendo, calificando el evento de este año como un 'punto de inflexión importante'.
Ya se han perdido 100 millones de toneladas de hielo desde junio de este año, alterando tanto el nivel del mar como las corrientes marinas que se han mantenido prácticamente sin cambios durante 12,000 años.
Para quienes viven en pueblos y ciudades costeras, esperar el cambio ya no es una opción. Si la actividad humana continúa con normalidad, esos lugares se encontrarán bajo el agua en las próximas décadas.
A medida que los líderes políticos y las organizaciones mundiales presionan por los recortes de carbono, los ciudadanos individuales se centran en cómo se verán afectados sus medios de vida y, comprensiblemente, se preocupan por su propia seguridad.
Una de esas amenazas es el aumento del nivel del mar, un problema cada vez más urgente que requerirá la construcción de grandes diques para proteger a los ciudadanos. Estos ya están en uso en lugares como Manhattan y Amsterdam, y han demostrado ser efectivos.
También deberíamos esperar ver una mayor inversión en bombas de aguas pluviales, en respuesta a las inundaciones récord en partes de Europa este año. Estos sistemas de drenaje ayudarán a 'aspirar' el agua de las calles, dirigiéndola de regreso al océano y previniendo las marejadas en los meses de lluvia.
A nivel comunitario, mientras tanto, un clima impredecible requerirá que abandonemos la arquitectura que privilegia la estética sobre la practicidad.
Por ejemplo, las casas que capturan el viento para crear un efecto de enfriamiento en el interior son una solución clave para las frecuentes olas de calor. Los diseños también deben tener en cuenta la resistencia a las tormentas, con refuerzos estructurales que las fortalezcan desde cero.
En los vecindarios, fomentar la naturaleza que hemos contribuido a destruir podría ser la respuesta para un sustento más seguro.
Plantar más árboles puede proporcionar sombra y protección contra el calor, actuar como una barrera contra los vientos fuertes y trabajar para limpiar el aire de la contaminación.
Sobre todo, estos cambios requerirán tiempo y dinero. A medida que adaptemos nuestras formas de vida, los líderes mundiales tendrán que tomar decisiones más inmediatas en la COP26 de noviembre.
Será necesario hacer sacrificios a corto plazo a nuestro estilo de vida actual, pero estos serán vitales para garantizar nuestra seguridad a largo plazo.