Tinder se ha asociado con Human Rights Campaign (HRC) para acabar con la política arcaica y discriminatoria de Estados Unidos que prohíbe las donaciones de sangre de hombres homosexuales y bisexuales.
Cada año, las organizaciones del Orgullo unen fuerzas para celebrar a la comunidad LGBTQIA+ y arrojar luz sobre los desafíos que enfrentan sus miembros a diario.
Y, por supuesto, cada vez que llega junio, las marcas de todo el mundo aprovechan la oportunidad de aprovechar el movimiento como un medio para interactuar con los consumidores.
Esta táctica de marketing, cuando se lleva a cabo principalmente para obtener ganancias económicas, se conoce como 'pinkwashing', en la que las corporaciones se suben al carro del Mes del Orgullo para capitalizar lo que originalmente comenzó como una protesta.
Es por eso que muchos de nosotros ahora somos reacios a dejarnos influir por anuncios llenos de arcoíris y declaraciones de alianza poco sinceras porque sabemos que es simplemente otra oportunidad para que las empresas exploten financieramente algo sin ayudar significativamente a la causa que está diseñada para apoyar.
Han pasado también por qué nos atraen notablemente más aquellos que evitan las caracterizaciones simbólicas y se aseguran de que sus prácticas coincidan con sus doctrinas.
Una de esas empresas es Tinder, que recientemente se asoció con America's mayor grupo de derechos humanos (HRC) para trabajar para poner fin a la prohibición de sangre arcaica y discriminatoria del país.
Implementada originalmente a mediados de los años 80 durante la crisis del VIH/SIDA, la política aun hasta el día de hoy prohíbe las donaciones de sangre de hombres homosexuales y bisexuales debido a 'la fuerte agrupación de enfermedades del SIDA y el posterior descubrimiento de altas tasas de infección por VIH en esa población'.
Basado en la suposición de que son una cohorte excepcionalmente de alto riesgo en lo que respecta al VIH (cuando hay todo tipo de contextos a través de los cuales cualquiera puede contraerlo), perpetúa estereotipos peligrosos y el estigma social que los rodea, lo que lleva a una mayor marginación.
Eso es a pesar de cómo en el cuatro decadas ya que tanto el VIH como el SIDA se han entendido mejor como resultado de grandes avances en el tratamiento, detección y prevención.
Sin mencionar que cada gota de sangre donada en los EE. UU. se analiza rigurosamente para detectar el virus de todos modos.
Por desgracia, la prohibición prevalece, a pesar de las críticas generalizadas y los pedidos de derogación que ha recibido desde que se implementó.
En consecuencia, organizaciones benéficas como la Cruz Roja no han podido recolectar sangre de miembros de la comunidad LGBTQIA+, una gran cantidad de posibles donantes con la capacidad de ayudar. más de un millón de personas – incluso en medio de un terrible escasez nacional de sangre.