Así como la tecnología promete nuevas terapias para todo, desde enfermedades cardíacas hasta cáncer, algunos investigadores creen que jugar con el epigenoma podría ayudar a revertir el daño causado por el trauma.
En los últimos años, los científicos han avanzado mucho en el tratamiento de enfermedades a través de la tecnología de edición de genes, siendo su avance más prometedor el descubrimiento de CRISPR (Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas Regularmente Interespaciadas).
La esencia de CRISPR es simple: es una forma de encontrar un fragmento específico de ADN dentro de una célula.
Después de eso, el siguiente paso es almacenar el código genético de un virus una vez que se encuentra para que la próxima vez que intente atacar, la bacteria reconozca el virus y no se vea afectada.
Aunque aún se encuentra en sus primeras etapas, la edición de genes CRISPR ya ha demostrado su eficacia en ensayos clínicos para el tratamiento del cáncer, los trastornos sanguíneos y la fibrosis quística.
En la búsqueda de optimizar la salud humana, incluso se ha considerado como un medio para prevenir la aparición de enfermedades en primer lugar con un proceso éticamente cuestionable de 'bebé de diseño' que consiste en dar inmunidad natural a los embriones desde el inicio de su crecimiento.
Pero, ¿sabía que la tecnología de edición de genes también podría ser la clave para tratar enfermedades mentales como la adicción, la depresión y la ansiedad?
Como lo implica la creciente evidencia, el trauma infantil se incrusta biológicamente en nuestros cuerpos, altera el funcionamiento de nuestros genes y pone en riesgo nuestra salud mental.
Si este pensamiento se mantiene, algunos investigadores creen que jugar con el epigenoma podría ayudar a revertir este daño o, en sus palabras, "eliminar físicamente las cicatrices del pasado".