Por temor a ser enyesados con la etiqueta de 'lavado verde', las empresas ocultan detalles de sus objetivos climáticos, progreso e incluso hitos sostenibles. Este floreciente problema se llama 'silencio verde'.
Se supone que exponer a las empresas por tácticas de lavado verde genera una mayor transparencia, pero para algunos, la mera posibilidad de ser manchados con este pincel es suficiente para evitar toda comunicación sobre cualquier cosa relacionada con la sostenibilidad.
Hemos visto innumerables veces en los últimos años cómo las afirmaciones ecológicas sin fundamento pueden provocar la indignación pública y el escrutinio en las redes sociales, sin mencionar las demandas, como las presentadas contra Whole Foods, Energía Tlou, Krogery H&M.
En la era del consumismo consciente, las marcas deben al menos parecer socialmente responsables para ganarse el favor de las generaciones más jóvenes a medida que nos acercamos a los plazos climáticos críticos. Dicho esto, los movimientos falsos que pretenden engañar a los consumidores o exagerar el progreso ecológico de una empresa nunca son bien recibidos.
El alcance de las consecuencias de las relaciones públicas suele atribuirse a cuán infractora es la marca o su industria matriz, pero cualquier caso puede ser costoso si los grupos ambientalistas se enteran. Delincuentes típicos que cubrimos mensualmente en hilo generalmente se remontan a la energía, la comida rápida, la moda o los cosméticos.
Ante la amenaza de la reputación empañada y las acciones legales, muchas empresas optan por no mencionar en absoluto la sostenibilidad o los objetivos climáticos. Incluso si las intenciones son puras y los objetivos son plausibles, muchos creen que la trampa potencial de ser etiquetado como 'lavado verde' supera significativamente cualquier ventaja.