La nueva y sencilla tecnología de SeaForester podría recuperar un valioso sumidero de carbono del borde del abismo.
Cuando hablamos de deforestación, normalmente se trata de árboles y animales en tierra firme. Pero es un problema que va mucho más allá, hasta el fondo del mar azul profundo.
Cada año perdemos tres millones de hectáreas de vegetación marina. Durante los últimos cincuenta años, los bosques de algas marinas del mundo se han reducido en un 50%. Esto se debe en parte al calentamiento de los océanos, la contaminación, el pastoreo excesivo y el desarrollo costero.
Este es un gran problema porque las algas marinas capturan y almacenan 200 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, casi tanto como las emisiones anuales de todo el estado de Nueva York. Los bosques de algas marinas también albergan una biodiversidad increíble y son lugares de reproducción y alimentación para muchas especies marinas.
Si queremos preservar (¡y hacer crecer!) este valioso ecosistema y sumidero de carbono, se necesita un enfoque práctico.
Aquí es donde entra en juego SeaForester. Esta empresa con sede en Portugal es pionera en una forma sencilla de reforestar nuestros océanos. Primero, siembran piedras con esporas de algas. A continuación, se le da tiempo a las algas para que crezcan en tierra en un 'vivero' especial.
Finalmente, ellos literalmente tirarlos al mar. Las piedras se esparcen en aguas costeras poco profundas, donde el sol las alcanzará, y el resto se encargará de sí mismo.
Este método es revolucionario, ya que es mucho más simple y económico que las técnicas tradicionales de restauración de algas marinas, que se basan en el buceo y un entrenamiento complicado.
Al reducir el tiempo y los fondos necesarios, se pueden restaurar rápidamente áreas más grandes de bosques submarinos.
El método se basa en parte en la tecnología de cultivo de algas, probablemente porque el fundador de SeaForester, Pål Bakken, es hijo de un cultivador de algas. Como resultado, la 'grava verde' se puede producir a gran escala comercial, utilizando la infraestructura que ya existe para el cultivo de algas marinas.