Cove, una empresa emergente con inclinaciones ecológicas, ha lanzado una nueva botella de agua que parece de plástico a simple vista, pero en realidad está hecha de desechos de alimentos biodegradables llamados PHA. Es el primero de su tipo y el producto está disponible comercialmente.
En medio de nuestra crisis climática actual, los desechos plásticos son una epidemia en sí mismos.
Estamos en una pendiente resbaladiza para tener más plástico en nuestros océanos que peces para 2050 y cada una de nuestras botellas descartadas de un solo uso tardará hasta 1,000 años en descomponerse. Es una realidad deprimente, pero aún tenemos la oportunidad de evitarla.
Más allá de las gigantescas operaciones de limpieza, necesitamos alternativas comerciales a las botellas de plástico para asegurarnos de que no estamos simplemente pasando la responsabilidad a las generaciones futuras.
Conociendo la magnitud de tal desafío, una start-up ecológica llamada Cala ha creado una alternativa sostenible que cree que puede tener un gran impacto en los próximos años.
Su producto estrella es una botella de agua de aspecto inocuo que se siente como plástico normal. Sin embargo, su USP clave es que está hecho de una variedad de bioplástico llamado PHA, que está diseñado para descomponerse cuando se convierte en abono o dentro del agua.
El material de la botella se fabrica mediante fermentación, lo que implica alimentar a los microbios con aceite vegetal, azúcar, desechos de alimentos o CO2 secuestrado, hasta que producen polímeros naturales dentro de sus estructuras celulares.
Una vez que esto ocurre, se extraen y se utilizan para formar una variedad de plástico firme y no tóxico que, según se informa, se degrada en menos de cinco años después de haber sido arrojado.
Se están realizando pruebas en la Universidad de Georgia para examinar la maleabilidad del producto en varios entornos; incluyendo sedimentos del océano Ártico y Atlántico, sedimentos de lagos y suelos regulares.