Para llevar a cabo el estudio, los científicos recogieron agua de las nubes de las cumbres de las montañas de Japón, entre 1,300 y 3,700 metros.
El primer sitio de muestra fue el Monte Fuji, la montaña más grande de Japón. Su cumbre alcanza una zona llamada troposfera libre, que es la capa más baja de la atmósfera terrestre.
La troposfera libre contiene el 75 por ciento de la masa total de la atmósfera planetaria y el 99 por ciento de la masa total de vapor de agua y aerosoles. También es donde se producen la mayoría de los fenómenos meteorológicos.
Mientras tanto, la cumbre del monte Ōyama se encuentra en la capa límite atmosférica, dentro de la sección más baja de la atmósfera terrestre.
En ambas muestras, los científicos encontraron microplásticos que contenían nueve tipos diferentes de polímeros y un tipo de caucho. Las nubes contenían hasta 14 trozos de plástico por litro de agua, con tamaños que oscilaban entre 7 y 95 micrómetros, un poco más que el ancho promedio de un cabello humano.
Los científicos señalan que tras una exposición prolongada a la luz ultravioleta, los plásticos se vuelven hidrófilos. Esto significa que flotan en el agua más fácilmente.
La abundancia de estos polímeros en algunas muestras sugiere que pueden haber actuado como "núcleos de condensación", que son pequeñas partículas en el aire sobre las que se condensa el vapor de agua.
Los núcleos de condensación son los componentes básicos para formar nubes, niebla, neblina, lluvia y otras formas de precipitación. En este sentido, es posible que los microplásticos en la atmósfera sean capaces de influir o alterar los patrones climáticos.
El informe escribe: "En general, nuestros hallazgos sugieren que los microplásticos a gran altitud podrían influir en la formación de nubes y, a su vez, modificar el clima".
El autor principal de la investigación, Hiroshi Okochi, de la Universidad de Waseda, afirmó: "Los microplásticos se transportan en la troposfera libre y contribuyen a la contaminación global".
Los estudios han demostrado que la contaminación atmosférica y otros microplásticos pueden enviarse al cielo a través del rocío marino y otros procesos de aerosolización, lo que hace que estas partículas sean lo suficientemente livianas como para ser transportadas en el aire.
Okochi advierte que sin abordar proactivamente la contaminación del aire por plástico, el empeoramiento del cambio climático y otros riesgos ecológicos podrían convertirse en realidad, "causando daños ambientales graves e irreversibles en el futuro".