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¿Cómo ha abordado Biden la diplomacia climática?

La elección del presidente Joe Biden generó un renovado sentido de esperanza y urgencia en la lucha contra el cambio climático.

El 22 de abril de 2021, los líderes mundiales se reunieron en la Cumbre de Líderes sobre el Clima.

Con un firme compromiso de revertir las políticas de la administración anterior, Biden prometió acciones audaces para abordar los desafíos ambientales apremiantes, desde reincorporarse a acuerdos internacionales hasta implementar ambiciosas iniciativas de energía limpia.

Sin embargo, a lo largo de su mandato, el camino de Biden hacia una América verde no ha estado exento de obstáculos.

Evaluar el éxito de los políticos en el cumplimiento de sus promesas climáticas es de suma importancia. Al responsabilizar a los políticos por sus compromisos, garantizamos la transparencia, fomentamos la confianza e impulsamos acciones significativas.

Durante su campaña electoral, Biden esbozó cuatro prioridades en su agenda verde.

En primer lugar, apenas unas horas después de su toma de posesión, Biden firmó el Acuerdo de París, convirtiéndolo en uno de sus primeros actos oficiales en el cargo. Esta decisión marcó un cambio rápido de las políticas de la administración anterior y demostró el compromiso de Biden para abordar el cambio climático.

Otro enfoque clave fue la transición a una economía de energía limpia. Reconoció la importancia de reducir la dependencia de los combustibles fósiles, comprometiéndose a invertir en energía solar y eólica, así como apoyar el desarrollo de tecnologías limpias.

Esta transición tuvo como objetivo crear empleos sostenibles y fomentar el crecimiento de las industrias de energía limpia principalmente a través de un plan de infraestructura. Estas inversiones respaldarían el desarrollo de estaciones de carga de vehículos eléctricos, expandirían los proyectos de energía renovable y mejorarían la resiliencia y la eficiencia del sistema energético con el objetivo de duplicar la producción eólica marina para 2030.

En su primera semana en el cargo, Biden firmó un orden ejecutiva tiene como objetivo la transición de toda la flota de vehículos del gobierno, que consta de aproximadamente 650,000 automóviles, a vehículos eléctricos.

Además, aseguró con éxito $15 mil millones de dólares como parte de un paquete de infraestructura bipartidista para apoyar la instalación de estaciones de carga de vehículos eléctricos y la electrificación de los sistemas de transporte público.

La justicia ambiental también se convirtió en un foco central de su agenda.

He destinado a abordar el impacto desproporcionado de la contaminación y el cambio climático en las comunidades marginadas. Esto incluía garantizar el acceso equitativo a aire limpio, agua limpia y un medio ambiente saludable.

Para que esto suceda, se firmó una orden ejecutiva para establecer la Casa Blanca Consejo Interinstitucional de Justicia Ambiental, cuyo objetivo es abordar el impacto desproporcionado de la contaminación y el cambio climático en las comunidades marginadas.

Él también tiene agencias federales dirigidas desarrollar estrategias para promover la justicia ambiental, incluida una mayor aplicación de las reglamentaciones ambientales en las comunidades afectadas.

Se han dado pasos para abordar la contaminación heredada dirigiendo recursos y fondos para limpiar y remediar sitios contaminados, con un enfoque en áreas con grandes preocupaciones de justicia ambiental. Esto incluye invertir en la limpieza de minas abandonadas y promover la justicia ambiental en el contexto de la transición de energía limpia.

Por último, Biden se propuso restaurar y fortalecer regulaciones ambientales que se había revertido bajo la administración anterior.

Buscó revertir decisiones que debilitaron las políticas de cambio climático, promover estándares de emisión más estrictos y adoptar medidas para proteger los hábitats naturales y la biodiversidad. Al restaurar y reforzar las regulaciones ambientales, su objetivo era salvaguardar la calidad del aire, proteger los recursos hídricos y preservar las tierras públicas.

Ordenó revisar las normas relacionadas con la protección del medio ambiente, incluidas las que gobiernan las emisiones de los vehículos, emisiones de metano del sector del petróleo y el gas, y la contaminación del agua. Estas órdenes tenían como objetivo restablecer estándares y requisitos más estrictos para abordar el cambio climático y proteger los recursos naturales.

La administración Biden trató de potenciar el papel de la ciencia en los procesos de toma de decisiones.

Restablecieron los comités asesores científicos y revirtieron las políticas que limitaban el uso de la investigación científica en la elaboración de normas para garantizar que las reglamentaciones y políticas ambientales se basen en pruebas y conocimientos científicos sólidos.

Además, la administración aumento de la financiación para las agencias de cumplimiento ambiental, como la Agencia de Protección Ambiental (EPA), y les ordenó priorizar las acciones de cumplimiento contra los contaminadores. La atención se centró en responsabilizar a quienes violaron las normas ambientales y garantizar que las empresas tomen las medidas necesarias para reducir la contaminación y proteger el medio ambiente.

A nivel mundial, Biden y el presidente Xi Jinping de China mostró el compromiso de los dos mayores emisores de carbono del mundo para combatir el cambio climático y alentar a otros países a tomar medidas ambiciosas.

Las negociaciones enfrentaron desafíos debido a las tensiones geopolíticas y las diferentes prioridades políticas. Si bien Estados Unidos buscó compromisos más fuertes de China para reducir las emisiones y terminar con el apoyo a los proyectos de carbón, China enfatizó sus propios logros y pidió a los países desarrollados que brinden apoyo financiero y tecnológico a las naciones en desarrollo.

A pesar de las dificultades, ambos mandatarios reconocieron la urgencia de abordar el cambio climático y la necesidad de cooperación.

La administración Biden también ha hecho del cambio climático un tema central en su compromisos diplomáticos. Las consideraciones climáticas ahora se incorporan a las decisiones de política exterior y las interacciones con otras naciones, lo que refuerza la importancia global de abordar la crisis climática.

También se asumieron compromisos para proporcionar un mayor apoyo financiero a los países en desarrollo para ayudarlos a mitigar y adaptarse a los impactos del cambio climático.

Esto incluye el cumplimiento de la promesa de los Estados Unidos de contribuir con 2 millones de dólares a la Fondo Verde para el Clima, que ayuda a los países en desarrollo en sus esfuerzos relacionados con el clima. La administración Biden también ha enfatizado la necesidad de investigación e innovación colaborativas para abordar los desafíos climáticos. Se ha asociado con otros países y organizaciones internacionales para mejorar la cooperación científica, compartir datos y conocimientos, y desarrollar soluciones innovadoras para los impactos del cambio climático.

Sin embargo, la agenda ambiental de Biden comenzó a mostrar grietas.

En su primer día en el cargo, Biden revocó el permiso para la Keystone XL tuberías, que había sido aprobado bajo la administración anterior del presidente Donald Trump, acumulando críticas en el proceso.

Si bien el presidente Trump vio el oleoducto Keystone XL como un proyecto de infraestructura clave que impulsaría la economía, el presidente Biden lo consideró incompatible con la agenda climática de su administración.

A pesar de que la decisión se consideró un paso significativo para priorizar las preocupaciones ambientales y cambiar hacia fuentes de energía más limpias, se plantearon muchas preocupaciones. Los críticos señalaron que la adición del oleoducto habría creado empleos y mejorado la seguridad energética, lo que la administración Biden hizo imposible.

En contraste, el 13 de marzo, Biden aprobó el proyecto de perforación de petróleo y gas propuesto en la Reserva Nacional de Petróleo de Alaska, también conocida como la proyecto sauce. El proyecto se inició durante el Administración de Trump pero enfrentó la oposición de grupos ambientalistas preocupados por su impacto potencial en el ecosistema sensible de la región y su contribución al cambio climático.

Esta decisión recibido críticas de ambientalistas que argumentaron que contradecía la agenda climática de Biden y promete poner fin a la perforación en terrenos públicos.

Se espera que el proyecto extraer cantidades significativas de aceite, lo que podría contribuir a un volumen abundante de emisiones de carbono y obstaculizar el progreso hacia un futuro energético sostenible y renovable. Asimismo, el 21 de noviembre de Biden subastado un estimado de 80 millones de acres de tierra para ser utilizados en la extracción de combustibles fósiles ubicados en el Golfo de México.

Ahora, cuando su mandato está llegando a su fin, muchos plantean la pregunta de si los éxitos ambientales de Biden compensarán los efectos de los reveses.

A pesar de empujar a Estados Unidos hacia un futuro más verde, los futuros presidentes pueden deshacer el trabajo de Biden con la misma facilidad, como se ve en el caso de la administración Trump. Bajo Trump, la administración hizo retroceder varias regulaciones ambientales y políticas implementadas durante la era de Obama.

A lo largo de su mandato, Trump tuvo como objetivo desmantelar las regulaciones e iniciativas ambientales clave en un esfuerzo por priorizar el crecimiento económico y reducir lo que consideraba regulaciones onerosas.

El compromiso de la administración Biden con la acción climática y la protección del medio ambiente sienta un precedente importante para los futuros presidentes.

Si bien puede haber diferentes prioridades y enfoques entre los futuros presidentes, el progreso realizado por la administración Biden sirve como base para que los futuros líderes construyan.

Es crucial que los futuros presidentes continúen con el impulso, mantengan los compromisos climáticos y promuevan políticas sostenibles para mitigar los impactos del cambio climático y proteger el medio ambiente para las generaciones venideras.

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